Su traducción más cercana al español sería «atención plena» o «conciencia plena», y su objetivo principal es «prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación».

Al llevarlo a la vida cotidiana, al mundo laboral o al de las relaciones en general, contribuimos a relacionarnos con la realidad que vivimos de forma diferente, ya que recuperamos la capacidad de estar presentes incrementando nuestro bienestar y cultivando un mejor equilibrio de nuestra salud mental y física. Además, favorece la regulación cerebral y tiene influencia fisiológica y psicológica en variables relacionadas con el bienestar: nos entrena la mente para hacernos sentir mejor.

¡Practicarlo en fácil!

Sólo debes buscar un lugar cómodo donde puedas estar tranquilo, sin interrupciones.

Cerrar los ojos para «volcar» la mirada hacia el interior.

Recorrer con atención cada parte del cuerpo, identificando las sensaciones que puedan estar presentes y acepándolas. Habrá zonas con sensaciones más agradables, otras no tanto y algunas donde no haya sensación alguna. Se debe dar el mismo grado de atención y curiosidad a todas.

Luego de unos minutos, «abrir» la atención a los estímulos que llegan a través de los sentidos. Nuevamente, habrá algunos con diferentes niveles de agrado, pero no hay que juzgar ni preferir unos sobre otros. Luego será tiempo de comenzar a observar el campo de las emociones o a la ausencia de ellas.

De la misma forma, se podrá observar los pensamientos que surjan. La clave es no analizar el contenido del pensamiento, solo hay que percibirlo. Igual que con las emociones, habrá que dejarlos pasar.

Por más simple que parezca el ejercicio, se trata precisamente de poder centrar la atención.

¿Ya habías escuchado nombrarla? ¿Te interesa? ¡Te leemos!